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29/05/2012

Comulgar con el pueblo del toro

 

Comulgar con el pueblo del toro

Nîmes. Un mar de pueblo . Último día de Feria .
Ritmos callejeros tiernamente cacofónicos,
pero nada de "pompier"( les bandaaas), como dicen, con la boquita  culo de gallina,
los sabios burgueses-bohemios,
confundiendo populachería y pueblo,
como la ya ministra Cécile Duflot,
gran "renovadora de la política", y antitaurina.

Nîmes. Un sol para quemar a los Apóstoles,
y otro sol Republicano tricolor paseando a cuestas,
y flotando en las "Barreras"(caras, coño) de la Plaza toros.
"Fuera los rojos", alguien gritó... Se olvidó de los "árabes".
Se han metido hasta dentro del "mundillo" los "subversivos"!!

Nîmes. Un mar de pueblo. Un pueblo con "afición de nubosidad variable".
Y un periódico, "La Marseillaise", tuteando la románica plaza,
cuando otros medios putean.
Tinta roja, corajuda, y roja tarde.
Vino tinto en nuestro "Prole", más que centenario.
Conforme va creciendo el calor, los bares se abarrotan.
El pueblo del toro anega su amenazada pasión en litros de cerveza .
¿Dónde la mearán? Las calles lucían limpiecitas.
Pero cuando suenan los clarines, se acabó la borrachera.
Misterio taurino.

En la "feria" se codean varios universos.
A las dos de la tarde, en el "Telnuevo",
el maestro de maestros, Enrique Ponce,
apaciguaba su angustia tranquila,
comiendo a unos metros de un revoltoso  "hijo de rojo"...
y hasta le firmó ("para un gran aficionado"...¡¡oleé!!) en un libro guerrillero,
para proteger su ganadería, dijo, de cualquier futura colectivización.
Enrique, sencillo y asequible,
con pantalón común y camiseta ordinaria.

A las seis de la tarde, vestido de luces, Enrique Ponce,
el artista de tantas faenas grandes durante veinte años,
de inagotable repertorio, de porte elegantísimo,
se alzaba a semidios.
A las ocho y cuarto de una tarde muy mansita, muy noblona,
salía a hombros tras dos lidias clásicas y plásticas, frente a dos toros ausentes, endebles,
que tuvo que inventar. Enrique toreando a Enrique.
Un toro de la ganadería Domecq, de sangre Domecq,
de encaste Domecq, de chapa Domecq, de bolsa Domecq,
aunque existan "líneas"(lignées) falsamente diferentes,
los Domecq, los sepultureros de la fiesta brava,
los ganaderos globalizados, mundializados,
que fabrican con toda la fuerza (à tour de bras) toros clonificados,
toros que ni valen para salchichón.
Ya lo escribieron valientes críticos, de los que no comen de un mundillo arcaico,
conservador, cerrado y feudal.
Los Domecq, tras los Parladé, y el encaste imperialista, castrador, degollador de bravura.
Federico, Pablo, Ernesto, Joaquín... esos estafadores están acabando con la tauromaquia.
El mundillo rastrero, cómplice, con su "omerta",
aparta la mirada cuando se habla de casta, de bravura.
La mayoría de los ganaderos de hoy producen a granel toros noblones,
hechos a medida para toreros supuestamente "artistas".
Abajo la genética al servicio de la mercantilización de la lidia,
del valor y de la belleza efímera y eterna de un pase "natural",
de seis a ocho de las tardes de antaño.

Ayer fue dramático, como otros tantos días...
Mucho público aplaude al picador cuando ni pica al toro.
Toro más mansote que una cabra y que apenas toma media pica.
¡¡Qué quiten a los picadores ,ya que se está volviendo una farsa!!
¡O que los monten en elefantes!
Los aficionados lloraban para sus adentros;
muchos turistas celebraban la dulzura de los hombres con puya.
¿¿Quiénes son más peligrosos para el porvenir de la tauromaquia:
los antitaurinos, o  un "mundillo" que protege su conformismo??

Jean Ortiz
Profesor en la Universidad de Pau (Francia)

 

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